10 mar 2009

Fumemos la pipa de la paz (última entrega)

Eric Uribares
En esta tercera y última entrega sobre la regulación del mercado de las drogas, ubicaré el estado actual de la legislación mexicana con respecto a las sustancias lícitas e ilícitas, y también las iniciativas de ley que actualmente se analizan en el legislativo.

En México existen drogas lícitas cuya compra y venta a mayores de edad no tiene ninguna restricción, tal es el caso del alcohol y tabaco. Sin embargo, la Ley General de Salud contempla otras sustancias catalogadas como un peligro para la salud pública, pero que, dado su valor terapéutico, tienen permitida la venta bajo estricto control médico, tal es el caso de tranquilizantes derivados del Diacepam, las benzodiacepinas y los derivados de la morfina y opiáceos, un poco más de 50 sustancias en total.

Por ultimo, están aquellas sustancias consideradas peligrosas para la salud y sin ningún valor terapéutico, en este grupo se hallan juntos la marihuana, heroína, alucinógenos y cocaína, entre otros.

La regulación del mercado de las drogas, y como primer paso, de la cannabis, necesita un estatus jurídico que permita su comercialización y producción de manera diferente a la de cualquier sustancia lícita. La cannabis no podría venderse como el alcohol o tabaco en cualquier tienda (principalmente porque sabemos que los menores de edad tendrían fácil acceso a ella), pero tampoco adquirirse únicamente bajo receta médica (pues tiene uso medicinal aún poco explorado y también un uso recreativo).

En México existe la tendencia hacia la despenalización de la posesión de pequeñas cantidades de marihuana y otras sustancias. La primera propuesta al respecto se hizo durante la administración Fox, misma que fue aprobada por los legisladores pero regresada a revisión por parte del Ejecutivo. Hasta entonces se mantiene congelada en comisiones. Recientemente, el presidente Calderón planteó la posibilidad de no procesar a quienes portaran como máximo 5 gramos de marihuana. Soluciones parecidas han propuesto en el Congreso las bancadas del PRD y el Partido Socialdemócrata.

De aprobarse alguna de las iniciativas, estaríamos hablando de una solución parcial y poco eficaz ante el reto que significa tanto el narcotráfico, como los problemas de salud ocasionados por las drogas. Despenalizar sólo la portación de pequeñas cantidades de algunas sustancias y no regular completamente el mercado de las mismas, significa mantener intacto el negocio de los narcotraficantes, y tolerar (que no respetar) la libertad de consumir una sustancia que seguiría considerándose ilícita. A eso, habría que añadir la falta de un Plan Nacional contra las Adicciones, mismo que debe ser fundamental en cualquier legislación que se pretenda integral.

Una legislación en torno a la regulación de cualquier sustancia con potencial adictivo debe procurar todos los ámbitos que conciernen al mercado, de lo contrario, las alternativas podrían no tener el impacto adecuado.

Cada día son más los consumidores de drogas y aumenta el número de adictos en el mundo. Ninguna legislación prohibitiva ha dado resultado en ningún país. Por el contrario, las mafias se internacionalizan y fortalecen, convirtiéndose en amenazas tangibles para la seguridad nacional y la democracia. Es tiempo de intentar alternativas responsables. La regulación del mercado de las drogas es una de ellas.

Fumemos la pipa de la paz (segunda entrega)

Eric Uribares

En la primera entrega de esta serie hablé sobre el narcotráfico y sus tentáculos, y del por qué regular el mercado de las drogas es la mejor alternativa para combatirlos. Dije también que despenalizar la marihuana debería ser el primer paso. Al respecto, existen algunos falsos debates y creencias erróneas que a continuación abordaré:

Regular el mercado de la marihuana haría que mucha más gente la fumara.

En los países donde se ha despenalizado la marihuana no ha aumentado considerablemente su consumo. El caso de Holanda, donde se reguló el mercado de drogas blandas, es una clara muestra de ello. El resultado de esta política ha sido contener el avance de las llamadas drogas duras, de modo tal que es el país de Europa con menos adictos a ellas (13 por cada mil habitantes, frente a una media europea de 26) y la de mantener los niveles de consumo de cannabis notablemente estables e inferiores a la de sus vecinos europeos. Por ejemplo, la proporción de consumidores en Holanda de entre 13 y 25 años es inferior en 5 puntos a la alemana, mientras que sus consumidores habituales representan menos del 2% de la población, cifra muy inferior al promedio europeo. Adicionalmente, el 75% de los adultos no la ha probado nunca, y ello a pesar de la existencia de un mercado legal y regulado para su compraventa.

Esto sucede porque en la actualidad es tan fácil comprar drogas, que quien quiere fumarse un cigarrillo de marihuana lo hará, independientemente de si es o no lícito; segundo y más importante, es que el Estado disminuye de manera considerable la inversión en policías y armamento para destinarlo en serias campañas de prevención.

La marihuana causa graves daños a la salud

La gravedad o peligrosidad de algo se define con relación a otro sujeto u objeto. En este caso, habría que preguntarse si la marihuana causa más daño que las drogas blandas que son lícitas, como el alcohol, tabaco o drogas de farmacopea, como anfetaminas y benzodiacepinas.

Se sabe que el potencial adictivo de la marihuana es menor al de la nicotina y alcohol. Se sabe también que el mayor daño físico de los consumidores de cannabis se halla a nivel pulmonar, ya que aumenta en 8% el riesgo de desarrollar Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC); no obstante, tratándose del tabaco, la posibilidad de desarrollar la enfermedad es de 30 a 35%.


Regular el mercado de la cannabis hará de México un paraíso lícito para los consumidores de marihuana en el mundo

Actualmente somos el paraíso de los narcotraficantes, la marihuana mexicana está enriqueciendo a muchos y es consumida por otros tantos en el mundo. Nuestro país es el principal productor de marihuana.

Regular el mercado de la cannabis no significa sólo despenalizar su consumo y portación. Implica modificar varias leyes y reglamentar su producción, consumo, portación, venta y publicidad.

Podría darse el caso que sólo una parte de la producción de cannabis se destine al uso recreativo, y en cambio se potencie el uso del cáñamo, se avance en los campos médicos, habría muchos laboratorios interesados en establecerse aquí para hacer investigación, según algunos científicos, es altamente probable que la nueva generación de antidepresivos provenga de neurotransmisores estimulados por tetracanabinoides.

Fumemos la pipa de la paz (primera entrega)

Eric Uribares

La seguridad pública y el combate al crimen organizado son temas prioritarios para la actual administración del gobierno de Felipe Calderón.

Sin embargo, el Estado mexicano está perdiendo esta batalla, así lo demuestran los números: más de 4 mil muertos en el 2008 y 1164 en lo que va del año, un promedio de 22 asesinatos por día, entre los que se encuentran mandos policiales pero también civiles inocentes.

La estrategia de las armas, la estrategia de los balazos, es aparte de inútil, contraproducente. No se puede combatir al narcotráfico exclusivamente con métodos policiales. Las razones son las siguientes:

Primero: El crimen organizado ha logrado infiltrarse entre los mandos medios y altos de los cuerpos policiales, es decir, no se puede combatir al narcotráfico con policías cuando se tiene una autoridad corrupta que propicia la impunidad.

Segundo: La capacidad organizativa, logística, operativa y financiera del crimen organizado es de mucho mayor eficacia que la capacidad operativa de los servicios de inteligencia; así lo demuestran su sistema de escalonamiento de liderazgos al interior de las células delictivas, las dinámicas para repartirse las plazas de venta y la forma de rehacerse y rearmarse cuando sufren golpes por parte de las fuerzas de seguridad.

Tercero: En algunos sitios de la República, los narcotraficantes tienen más legitimidad que las autoridades. Su poder financiero, capacidad de gestión y arraigo en algunas comunidades, los ha convertido en personas que ostentan liderazgos que, a menudo, crean un poder paralelo, tácito, que se aprovecha de los huecos y carencias del Estado y sustituye a este.

Los narcotraficantes existen porque el comercio de drogas es rentable. Los narcotraficantes se alimentan de la prohibición. Si la venta, el consumo y la posesión de drogas fueran legales, si por ejemplo, la marihuana se pudiera comprar de manera legal en un establecimiento específico para ello, entonces nadie acudiría con los narcos, estos verían reducidas significativamente sus ganancias, y con ello, la viabilidad de su negocio estaría en entre dicho.

La despenalización de la marihuana debería ser el primer paso en el camino de la regulación del mercado de las drogas. Es un falso debate condicionar la despenalización de la cannabis a tener estudios sólidos que demuestren si hace o no daño, si causa o no adicción. Las preguntas deberían ser otras, y para algunas ya existen respuestas. Deberíamos cuestionar si la marihuana hace más o menos daño que el alcohol, más o menos daño que el tabaco; si acaso el Estado tiene derecho a decir qué consumimos y qué no consumimos; y más aún, si el daño que causan las drogas justifica su prohibición, y con ello, los millones de dólares y las vidas perdidas en su combate.